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Dios te acompañe siempre...

A los 101 años corrió su última carrera


Fauja Singh, un británico de origen indio, finalizó la prueba de 10 kilómetros en Hong Kong y se despidió de las competencias oficiales luego de 12 años, en los cuales completó 9 maratones.


24/02/13 - 19:45
Fauja Singh resulta un ejemplo para quienes ponen una alta edad como excusa recurrente para entregarse al sedentarismo. Se trata de un británico nacido en India, que a los 101 años es el maratonista más viejo del mundo y que este domingo corrió en Hong Kong su última carrera.
Singh comenzó a correr a los 89 años, luego de que su esposa y su hijo murieran. Desde entonces completó un total de nueve maratones, entre ellos los de Londres y Nueva York. Sin embargo, su última carrera oficial no fue la prueba de 42.125 metros: Singh completó la prueba de 10 kilómetros en Hong Kong en 1:32:28, treinta segundos menos que en la edición 2012. Claro que la edad no le quita a Singh su sentido del humor: "esperaba hacer una mejor marca", bromeó ante la prensa tras la carrera.
"Es el día más feliz de mi vida", contó luego de la prueba el centenario atleta en idioma punyabí (lengua de la región del Punyab, entre India y Pakistán), el único que habla. Por su parte, Karamjit Singh, uno de los seguidores que le acompañó en el recorrido, explicó que "aparte de una pausa para hacer pis sobre el kilómetro seis de carrera y un susto cuando casi se cae como consecuencia del suelo mojado, no ha parado".
El atleta, relevista de la llama olímpica en Atenas 2004 y Londres 2012, señaló que las competencias son "difíciles" a su edad, pero su retiro de las carreras oficiales no significa que dejará de correr. Continuará con su rutina de 15 kilómetros diarios con el fin de "cuidar la salud" y recaudar fondos para asociaciones caritativas.
El maratonista cumpliría 102 años el 1 de abril. No osbstante, la imposibilidad de comprobar con exactitud su fecha de nacimiento le ha impedido estampar su nombre en el Libro Guiness.

Fuente: Diario Clarin

Meritocracia en crisis: ¿El fin de una utopía equivocada?






El sueño de toda sociedad ilusionada con un sistema justo de posicionamiento social, hoy el modelo educativo meritocrático está en el banquillo de los acusados, cuestionado por elitista e inequitativo; pero, ¿es necesario renunciar a la meritocracia en pos de la inclusión?
Por Luciana Vázquez  | Para LA NACION

La ciudad de Nueva York también tiene su Nacional Buenos Aires. Es el Hunter College High School, en pleno Manhattan, una secundaria más que centenaria, gratuita, de financiación pública, altamente selectiva y, como el Buenos Aires en la Argentina, una de las más prestigiosas de Estados Unidos.
Cada año, miles de chicos de sexto grado venidos de todos los rincones de Nueva York, de todas las clases sociales y siempre que hayan logrado superar con gran puntaje las pruebas nacionales estandarizadas de evaluación, se presentan para sortear el segundo obstáculo que los separa de una de las ofertas educativas de mayor calidad en el mundo: el examen de ingreso para entrar a Hunter. Pero el cupo es descorazonador: de los 4000 chicos que rinden el examen, sólo entran 185. Los que obtuvieron las mejores notas en el ingreso.
La repetición de ese ritual selectivo durante décadas convirtió a Hunter en uno de los ejemplos indiscutidos de meritocracia en Estados Unidos. Al menos hasta 2010.
En junio de ese año, un alumno de Hunter, un chico negro de Harlem llamado Justin Hudson, fue el encargado de dar el discurso de egresados del secundario. Todos quedaron boquiabiertos.
El chico Hudson habló de la "culpa" por un privilegio inmerecido. De la injusticia que implica definir el destino de chicos de once años en un solo examen. De la desigualdad de origen -chicos de familias acomodadas versus chicos venidos de familias más humildes, sin recursos para pagar profesores particulares que los preparen para el examen- que condena a los más humildes a la derrota y hace pasar a los chicos ricos por más inteligentes, por más meritorios.
La anécdota la cuenta el periodista estadounidense Christopher Hayes, él mismo egresado de Hunter, en su libro Twilight of the elites. America after meritocracy, lanzado en 2012 en Estados Unidos. Twilight of the elites es un trabajo potente y crítico sobre una vaca sagrada de la maquinaria social, la meritocracia.
Los cuestionamientos contra la meritocracia se vienen apilando y Hayes pone sobre la mesa dos de los aspectos cada vez más criticados. Por un lado, la injusticia fundacional que en la práctica enmascara todo sistema meritocrático no importa si aplicado al mundo educativo o al mercado de trabajo. Por el otro, el fin de la movilidad social y la acentuación de las desigualdades que acarrea, con elites cerradas que se complacen en su autorreproducción. La ilusión meritocrática se está desvaneciendo.

EL DILEMA LOCAL

El tema resuena en la Argentina. Es evidente: nuestro país no es Estados Unidos, donde la competencia implacable entre los mejores en pos de ganarse un lugar en la elite es vista como naturaleza. La Argentina tampoco es Singapur, donde el mérito educativo -la carrera enloquecida tras las mejores notas- determina sin vueltas las posiciones laborales, la posición social y el éxito. Lo cuenta Andrés Oppenheimer en ¡Basta de historias!
En la Argentina, la meritocracia se juega más bien en valores implícitos añorados antes que en los rituales diarios de la sociedad. En la práctica los mecanismos clásicos de la meritocracia -exámenes de ingreso, sistemas de reconocimiento según el desempeño educativo, evaluaciones de desempeño profesional como instrumento de avance en la carrera- están muy en desuso, o muy discutidos.
"Este trimestre Luli va a ser la abanderada", le dice la nena de quinto grado a su mamá, y agrega: "Los papás se separaron. Y el trimestre que viene, va a ser Pili. la mamá se murió". La anécdota la cuenta una especialista en educación, al comentar el peso que tiene hoy la meritocracia en la escuela. Sabemos: los abanderados en primaria ya no se eligen según una noción clásica de mérito. Llevar la bandera puede ser a veces un premio al mejor compañero o una herramienta de compensación emocional, no importan las notas del boletín.
A pesar de todo, está claro que una cierta moral meritocrática es parte de nuestro genoma nacional, aunque sea como sueño nostálgico de una grandeza que tuvimos y ya no es: la ilusión del título universitario como símbolo del mérito y premio merecido. Y la fe puesta en la utopía del ascenso social a partir de esa oportunidad de esfuerzo educativo al alcance de todos, sin importar su origen social.
Es una meritocracia en versión populista, o peronista: la aspiración de máxima no es incorporarse a las elites, como en EE.UU., sino salir de la clase baja y obtener la carta de ciudadanía de argentino de la clase media. Sin embargo, la herramienta es la misma que en EE.UU. o en Singapur: el mérito, y el diploma o las notas como prueba de ese mérito merecido.
Pero. sorpresa: la meritocracia ya no es lo que era. A la tendencia global que viene cuestionando la meritocracia por sus principios y consecuencias palpables se le sobreimprime un nuevo tótem, el de la inclusión. Una y otra se presentan cada vez más como nociones irreconciliables.
"Si la escuela sólo se centrara en una estricta meritocracia, nos quedan muchos en el camino y en el camino se van a la esquina, y en la esquina no tienen destino." Así decía el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, el 21 de septiembre pasado en su homenaje a Sarmiento.
No se trata esta vez de un comentario interpretable sin más según una brújula kirchnerista-populista, que piensa la igualdad educativa en términos distributivos. Hay algo interesante en los dichos del señor ministro: la revisión de la meritocracia y de sus efectos sociales está en el aire de la época.
El debate se impone. Si la meritocracia ya no es garantía de justicia a la hora de la inclusión y la movilidad social, ¿hay que descartarla para siempre? ¿O a veces? ¿Está perimida una sociedad de premios a los que se esfuerzan en pos de los méritos?

ESPEJISMO MERITOCRÁTICO

Todo es cuestión de grado: "Una sociedad meritocrática es en principio más justa que una sociedad de herencia". Así lo explicaba hace un tiempo a Enfoques el sociólogo francés François Dubet.
Para que se entienda: es más justo alcanzar un trabajo o un cargo público en función del mérito que en función del apellido o la fortuna. Hasta ahí, la síntesis de las virtudes del modelo meritocrático. A partir de allí, las críticas.
En el caso de la educación básica, por ejemplo, esa limitación está clara. "Es extremadamente difícil -dice Dubet- producir una escuela meritocrática porque el origen social y el capital cultural de los alumnos condicionan muy fuertemente su mérito escolar. El problema es que el punto de partida de cada alumno es muy desigual."
Lo que pasaba en Hunter pasa en todas las escuelas: los chicos de familias mejor posicionadas social, económica y sobre todo culturalmente corren con ventaja.
En término de Twilight of the elites, la "justificación moral" de la meritocracia -la ilusión de que en ese esquema cada uno obtiene lo que merece- es una falacia. La realidad es otra: "La pirámide del mérito termina reflejando la pirámide de la riqueza y el capital cultural", dice Hayes en su libro.
Y la meritocracia termina convirtiéndose en "una ideología porque sirve para justificar moralmente a los que ocupan las posiciones de privilegio al mismo tiempo que responsabiliza a los perdedores por no haber hecho el esfuerzo necesario para ganar". Así lo explica el sociólogo e investigador principal del Conicet Emilio Tenti Fanfani.
La segunda crítica va directo a las consecuencias prácticas del modelo. "En casi todos los países del mundo que enfatizan la meritocracia, cerca de un cuarto de los alumnos es totalmente abandonado. Esos alumnos van a ser condenados al desempleo, la violencia, la delincuencia, el narcotráfico", sostiene el sociólogo francés.
En el caso de la sociedad en general, Hayes lo pone en blanco y negro: "Aquel que dice meritocracia dice oligarquía". Una casta cerrada que llega por privilegios de origen -ya no el apellido, pero sí el caudal cultural y económico- y luego se dedica a protegerlos. Y como telón de fondo está el gran problema: ¿cómo medir el mérito? ¿Tiene sentido establecer el valor de una persona por el diploma que posee?

LA FALACIA DE LOS TÍTULOS

Es curioso: no nos llega desde los griegos aunque lo parece. "Meritocracia" es un neologismo con historia corta. Aunque el concepto mueve sociedades desde mucho antes, la palabra llegó recién en 1958 con la novela del político laboralista y sociólogo británico Michael Young. La llamó The rise of the meritocracy (El ascenso de la meritocracia).
Pero, paradojas: la perspectiva de Young no era una idealización sino una advertencia sobre los riegos de una sociedad imaginaria basada en un modelo de mérito medido por el coeficiente intelectual que domina en una Gran Bretaña opresiva de 2034 y con un gobierno distópico.
Tenti Fanfani, por su lado, trae al debate las ideas del sociólogo inglés John H. Goldthorpe para señalar directamente la imposibilidad de medir el mérito. "Es una noción con una fuerte carga subjetiva -señala Tenti-. No existe un solo estándar de mérito, sobre todo en sociedades complejas donde conviven mercados plurales y diversificados".
Aun si decidimos medir el mérito en función de los títulos, el problema persiste: el concepto de capital escolar está dejando de ser un indicador de conocimiento, y de mérito, indiscutido. Los títulos están devaluados. El mundo de la empresa lo tiene claro. Cualquier empresa que se precie hace alarde de meritocrática. Sin embargo, allí la noción de mérito se despega de los diplomas para incorporar otras variables.
"En una empresa tiene mérito aquel que tiene un buen desempeño y encarna los valores de su organización. El mérito no se reduce a los títulos", dice el especialista en comportamiento humano en las organizaciones y profesor del IAE Rubén Figueiredo.
En ese sentido, los sistema de evaluación de recursos humanos se esfuerzan por incorporar más variables -liderazgo, relaciones interpersonales, trabajo en equipo- para determinar el mérito. Todas variables subjetivas. Y tan discutibles como los títulos.
Está claro: hay consenso en que en la educación básica el modelo meritocrático no debe reinar. Algunos sostienen que debe imperar en la universidad: en la medida en que se compite por bienes finitos, los puestos de trabajo futuros, la meritocracia es un filtro justo. Otros opinan lo contrario. Y está visto, las empresas creen en la meritocracia, pero la ampliación de la noción de mérito no logra reducir su arbitrariedad.
¿Hay que abandonar entonces el ideal meritocrático? ¿Tendrán el Hunter College School o el Nacional de Buenos Aires, por ejemplo, que eliminar sus sistemas de ingreso en pos de una sociedad más justa? No necesariamente.
A pesar de todas las críticas, François Dubet deja bien claro el lugar de la meritocracia en una sociedad: "No es necesario renunciar al objetivo meritocrático porque en principio es justo y además se corresponde probablemente con aspiraciones individuales muy profundas: la gente quiere tener éxito. La gente se apasiona, por ejemplo, con el deporte, un sistema indudablemente meritocrático. La meritocracia es la expresión de la libertad".
La solución es otra. Desde la perspectiva de Dubet, en relación con la educación básica, por ejemplo, un sistema meritocrático puede desarrollarse a condición de que el vencido dentro de ese sistema sea bien tratado. "Podemos tener elites escolares y está muy bien tenerlas siempre que todos los alumnos, incluyendo a los débiles, sepan leer, escribir, contar, manejar una computadora. Entonces sí a la meritocracia a condición de que el triunfo de los mejores no genere la exclusión de los más débiles."

EN NÚMEROS

  • 58
    Alumnos
    De cada cien chicos argentinos que están listos para ingresar al secundario y completarlo, sólo 58 logran terminarlo. Esto es en las escuelas privadas. En las instituciones públicas, apenas se gradúan 26 del secundario.
  • 10
    Estudiantes
    En Santiago del Estero de cada cien alumnos del último grado de primaria 10 terminan el secundario. En la ciudad de Buenos Aires 44 lo hacen y 22 en el conurbano bonaerense.
  • Inclusivo y meritocrático
    Varios de los países con mejores resultados educativos del mundo han logrado la articulación de un servicio educativo público y gratuito de calidad; inclusivo y equitativo y además, con aliento a la meritocracia.

    • El modelo finlandés
      Es un ejemplo en ese sentido. Al contrario, en el caso argentino el sistema educativo se ve fragmentado según el nivel socioeconómico. La falta de inclusión afecta a la meritocracia y la excelencia.

Por qué desear es mejor que tener


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¿Cuántas veces has estado tan emocionado por conseguir algo, que has ahorrado durante mucho tiempo hasta comprarlo…y cuando lo tienes te sorprende la rapidez con que la alegría de poseerlo desaparece? Pues resulta que este hecho está bien dentro de nuestra naturaleza, según demuestra un estudio de la Universidad de Missouri sobre el materialismo, las expectativas y las emociones evocadas por la compra de productos.
Para explicarlo, la psicóloga Marsha Richins y su equipo llevaron a cabo tres estudios separados donde midieron el nivel de materialismo de los consumidores y su estado emocional, antes y después de hacer una compra.
En cada estudio, los materialistas imperantes se anticipaban a las futuras compras con emociones fuertes y positivas, mucho más que otros consumidores. Esas emociones iban desde la alegría o el entusiasmo, al optimismo o la paz interior, independientemente de si estaban pensando en comprar un coche o un tostador de pan, la próxima semana o el próximo año.
Se trata simplemente de la idea de que su vida sería mejor una vez que fueran dueños de ese objeto, (una idea que por cierto los anunciantes hace eones que vienen explotando aprovechando ese sentimiento innato al ser humano). Pero después de que la compra se realizara, y los materialistas se adaptaran a su vida en posesión de dicho objeto codiciado,sus sentimientos de felicidad se disiparon.
Las conclusiones de este efecto son muy claras, según explica la doctora Richins en el análisis que hace en The Atlantic“El estado de anticipar y desear un producto puede ser intrínsecamente más placentero que la propiedad del producto en sí”. Y aunque la felicidad por la adquisición parece tener alguna base real, esta felicidad es efímera.
Según la teoría básica de la doctora Richins es verdad que los materialistas obtienen un pequeño impulso de felicidad momentánea cuando adquieren algo nuevo. Pero también recibirán un impulso de felicidad con sólo pensar en conseguir algo nuevo, lo que ocurre varias veces durante el largo proceso de ahorrar dinero o en espera de la entrega de una compra que se ha hecho, por ejemplo, on-line.
Por lo tanto, estas pequeñas pildoritas de felicidad suman al final más felicidad que la explosión de gran placer (pero de corta duración) que acompaña a la adquisición del objeto en sí.
Así que, básicamente, el estudio concluye que somos más felices pensando en ser dueños de las cosas que cuando somos los dueños de las cosas; algo que no hace sino confirmar lo que otros estudios ya habían anticipado: que el materialismo no nos hace más felices, sino que crea personas más depresivas y ansiosas.
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Fuente: The Atlantic,http://www.cookingideas.es


Blake Mycoskie - One for One


Blake Mycoskie nacido el 26 de Agosto de 1976, emprendedor Estadounidense y autor, mejor conocido como el fundador y manager de TOMS shoes.
En sus estudios Blake se hirió un tendón, así que pensó que debería haber una empresa que se dedicara a recoger tu ropa, lavarla y plancharla y llevártela de nuevo; así que empezó un negocio llamado “Easy Laundry”, pero el no sabía nada de negocios y según fue creciendo el negocio y teniendo más empleados tuvo que aprender lo que es un plan de negocios y las obligaciones que conlleva. 
Después de ésa empresa empezó una compañía dedicada a poner anuncios en edificios, pero me di cuenta que eso era muy costoso para los clientes, por lo que empezamos a pintar los anuncios en los mismos muros de los edificios y eran llamados “Mycoskie Media”. 

A partir de eso empezaron un canal de televisión llamado “Reality Central”, convirtiéndose en el director ejecutivo del canal E!. 
Viajo a Argentina, donde percibió que había muchos niños y personas adultas que su única forma de llegar a un determinado lugar era caminando y como no contaban con suficientes recursos no tenían posibilidades de adquirir un par de zapatos adecuados para caminar grandes distancias, lo esto ocasiona grandes problemas de salud, provocando que a una gran cantidad de personas les tuvieran que amputar uno o ambos pies. Otro de los problemas es que los niños no asistían a la escuela, debido a que un requisito de las escuelas era llevar zapatos como parte de su uniforme y los padres no tenían la manera de comprarle zapatos a sus hijos, y sin zapatos no hay educación y sin educación no hay progreso económico, ni social, ni cultural. 

Durante el 2006 Blake pasó todo el verano en Argentina de voluntario recolectaba zapatos que las personas donaban y se los daban a personas que lo necesitaban pero no daban a basto con las altas demandas y a veces no estaban en buenas condiciones los zapatos donados.

Ésto dio pie a que yo empezara su cuarto negocio, penso, ¿por qué no crear un negocio sin fines de lucro que provean zapatos a éstos niños?, debía pensar ahora como emprendedor, no como caridad.

A partir de éstos conocimientos le comentó a un amigo de Argentina: “yo voy a empezar una empresa de zapatos que hagan un nuevo estilo de alpargata, y con cada par que venda le daré un nuevo par de zapatos a un niño que lo necesite”. Creó la empresa “Shoes for a better tomorrow”, después llamada TOMS.

Con los contactos que había hecho en Argentina alguien donó un antiguo granero de su familia, contactaron a los zapateros de la localidad y diseñaron la alpargata cómoda y durable de la versión argentina, pero le agregaron lo estilizado de la moda estadounidense; ahí se hicieron los primeros 250 ejemplos y los echaron en 3 costales de tela de lana.

Regresó a estados unidos con los 250 pares de zapatos e hizo una lista de tiendas que les podría interesar comprar los zapatos, pero ellos se reusaron a comprarlos, 
Meses después de ser rechazado acudió a una empresa llamada “American Rag”, una empresa dedicada a comprar y juzgar cualquier tipo de zapatos, pero TOMS no era un par de zapatos solamente, sino toda una travesía, y les gustó a ellos. Después se contactó con un escritor del periódico Los Ángeles Times para que escribiera un artículo de su historia y la venta de zapatos.

En enero del 2008 creando un modelo de negocios llamado “One for One”, el cual consiste en que cada persona contribuye a un mejor mundo, al comprar un par de zapatos, la empresa debe darle un par de zapatos nuevos a personas que lo necesiten.

Hollywood empezó a aceptar el par de zapatos, entonces Blake tuvo que regresar a Argentina a hacer mas pares, mientras tanto en Estados Unidos la publicidad se estaba extendiendo, incluso la revista “Vogue” publicaba artículos, y toms se empezó a vender en tiendas como Nordstrom y en el primer verano se vendieron mas de 10, 000 pares.

La revista seven 7, en el 2012, Blake Mycoskie es considerado el visionario emprendedor numero uno que encuentran soluciones para la pobreza, previniendo lesiones y enfermedades.
Los factores del éxito de la estrella de Zach el emprendedor cuenta con ellos, por ejemplo: el conocimiento, al estar de voluntario en Argentina, pudo darse cuenta de los problemas reales que tenía la población en esa parte del mundo, pudo localizar los puntos donde había más necesidad.

El segundo punto es el Networking, el cual le ayudó mucho porque en sus viajes hizo muchos contactos, quienes cuando los necesitó lo apoyaron y lo contactaron con personas que lo ayudaron a salir adelante como escritores de revistas importantes y personas ligadas a la industria de la televisión gracias a que el trabajó en un canal televisivo.
 
Energía, que cuenta con demasiada, gracias a que es un joven visionario y podemos darnos cuenta que nunca se rindió.
Compromiso, creyó en sí mismo y en su idea, así como en las ganas que tenía de ayudar a personas que nos necesitan.
Pasión, no sólo dejo sus ideas en idea sino que luchó por sacarlas adelante y llevarlas a cabo. 
Blake Mycoskie considero que es el tipo de emprendedor que fue llevado, basado en la necesidad que percibió, convirtiéndose en un emprendedor social de tipo inventivo.

Animales






Valiente: un chanchito salvó a una cabra que estaba a punto de ahogarse




HERÓICO. El chanchito rescató a la pequeña cabra.
HERÓICO. El chanchito rescató a la pequeña cabra.

Babe ya no es el único chanchito valiente. Un video recorre la web en el que un cerdo salva a una pequeña cabra que estaba a punto de ahogarse.
La cabrita tenía las patas atrapadas bajo el agua en el lago de una granja-zoológico cuando el chancho, calificado de heróico por los usuarios de YouTube, vino a su rescate, informó el Huffington Post.
"Es sencillamente increíble", dijo el usuario "jebdogrpm", que subió el video este miércoles.
Mientras "jebdogrpm" fue criticado por haber filmado el hecho sin intervenir -aunque gritó para advertir a los guardias-, el animal recibió muchos elogios y hasta hubo algunas personas que le dedicaron poemas.
"No te preocupes pequeña cabra, este cerdito te va a salvar,
Porque puedo nadar y flotar. Al ser humano que subió este video a YouTube y no ayudó
¿quién estás tratando de engañar?. Firmado,
todo está resuelto, el héroe cerdo ☺ ♥ ☻".

Fuente: TN - 21/09/12
http://tn.com.ar/tecnologia/valiente-un-chanchito-salvo-a-una-cabra-del-ahogo_272817